sábado, 30 de julio de 2011

29 de julio

A veces una siente demasiado la vida.
Ayeroy fues un día así.
Sola quiero dormir pensando, como dice la pinta:
la vida no es para destruirla sino para transformarla.

Caer no significa darse en la madre,
hay formas y formas de caer, de transformar, de crearse.
Y las muertes posibles pueden conducir a la vida, se puede nacer a la vida.
Una puede parir a otra, otra que soy y no soyera.
Quiero dormir pensando en eso,
antes de llorar la rabia
de ver a mi amor caer quiero soñar los nacimientos.
No por ser frágil deja de ser verdadero.

miércoles, 27 de julio de 2011

Apdt

Dedos que buscan
manos imaginantes
(manos amantes)
que repiten y escriben
la ausencia
de tu cuerpo moreno
la morena ausencia
de los dedos quietos.

martes, 26 de julio de 2011

Lloviendo


Qué poco importan las tormentas cuando una está.
Luego de la empapada al llegar a casa es como si regresáramos de otro mundo (uno que moja los pies y las libretas).
Recuerdo un día. Estaba en los bigotes de CU con Luis, veníamos de caminar todo el día en las zanjas, de repente se soltó tremendo aguacero, no había nada que hacer, salvo mojarse, mojarse con ganas, así que salimos del carro de Daniel, luego de un "salgo si tú sales" y empezamos a correr por el pasto, brincamos, nos sentamos y descubrimos que el pasto está, EL PASTO ESTÁ. Nosotros estábamos, sentíamos todo y creo que ambos estábamos felices, ¿cómo saberlo?

Hoy va la primera lágrima de despedida, porque él ya no está.

Dejó de llover de repente, fácil, tan fácil como habían venido las gototas. Me subí al micro (en ese tiempo todavía no odiaba a los microbuseros) y la gente me miraba, recién llegada del mundo que moja.

Sólo llovió en los bigotes. Ese día regresando a mi casa escribí dos cosas de las que estaba (estoy) completamente segura:

1) el pasto está

2) llovió para nosotros

Benditas certezas, con las pinches dudas a una sola le toca lidiar.

domingo, 24 de julio de 2011

La gente

Cuando comencé a viajar en el transporte público de manera regular me indignaba, entristecía y molestaba la actitud de la gente. Las señoras que empujan a todos, los señores con sus piernas abiertas que apenas dejan sitio para que se siente alguien más, los microbuseros escuchando la zeta (salvajemente aturdidora) y arrancando cuando apenas vas a subir sin dar tiempo siquiera de agarrarte, echando competencias entre ellos, haciendo maniobras en las que no sabes si admirarte o mentarles la madre, en fin, al ver todo eso intente no hacer lo mismo, creo que lo logré parcialmente algunos años. El caso es que ahora, luego de casi 15 años de usar casi a diario el transporte público ya no puedo más, la lista de las personas que odio tiene en primer lugar a los putos microbuseros y aunque no he llegado al extremo de aventar a otros para alcanzar un lugar, si puedo sentarme y minimizar un poco el contacto con la gente lo hago, como dije ya no puedo más.

jueves, 21 de julio de 2011

Resulta que una las encuentra de colores

Son hojas que una va recogiendo en la escuela, la casa, la calle,
son las que te consiguen una cita con el mono,
las que te miran los ojos hinchados en la mañana
y lo adivinan todo,
las que te acompañan por una chela cuando
las pinches gordas te hicieron pasar un mal rato.

Las que te componen tu lapicero,
las que corren contigo,
las que te cuentan la historia de su vida,
las que te acompañan al reclusorio
y te acompañan a la farmacia

Son ellas, las mujeres de mi vida, que me nacen,
que he dejado, que llevo, en las que pienso,
de las que aprendo, las que me desesperan y a quienes
admiro.

Eres ella: la que me acompaño cuando era niña, la que me cargo
y cuido como una madre.
Eres ella, la que camino conmigo y me hizo tremendas heridas en la espalda,
la que me ofreció su tiempo.

Eres ella, la que se encuentra lejana pero que no se olvida.

domingo, 3 de julio de 2011

Quedar atrás

Casi siempre al final, sin muestras de desesperación.
Con la paciencia que hemos perdido muchos o que nunca tuvimos.
Lo que más escuche fue su risa.

Ayer quería agradecerle con palabras, gestos y sonrisas su compañía.
Para mí todo el camino era una caída: la piedra que evite, la interminable vía, los perros atacando, las espinas, los pedales y mis piernas moradas, los frenos que chillaban, la llovizna y el lodo. Cuando al fin sucedió no dijo nada y
como siempre pasa me levanté de prisa simulando que esos golpes no dolían. Luego vino otra vez la risa, la ventaja de caer en la llanta y la desventaja de que la pinche llanta exista.

No sé qué escribirle, igual que ayer no encuentro la palabra que agradezca y que no sea ordinaria. No son las gracias por cualquier tontería, sólo alcanzo a decir que ese viaje en bici, ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en la vida y que si no fuera porque sigo tan adolorida no creería que lo hice, a cada minuto me iba acobardando. Pero siempre existe la mitad del camino y una vez ahí ya te chingaste.
Quien te acompaña en eso queda. Recordar que contigo hubo alguien cuidándote de ti, de tus temores, no se olvida.

Así que grandes, buenas y sentidas gracias Isra.