martes, 30 de octubre de 2012

La matriarca

Son abuelas rodeadas de cariño (o quizá solo de gente), hijos de sesenta años que no dejan de ser niños en busca del calor, la aprobación o la mirada.

Mirada materna brutal, con calidez de juicio, precipitada y dura, paradójicamenete necesaria como las inyecciones.

Los hijos y nietos la rodean, participan del festín de las arrugas, los recuerdos añejos, la histeria caducada, planchada y vuelta a usar.

Y ellas son las reinas en medio de los hombres y mujeres que padecieron, ¿o se dice parieron?

¿Cómo dejar de saludar ese cuerpo límite, frontera de amor, huesos rotos y dientes postizos?

Mirarse en ella.

Saber que jamás, ninguno de ellos, va a despertar la devoción de la matriarca.

viernes, 26 de octubre de 2012

Q de culo

Jugando a la lotería de las letras, a las palabras para halagar y las que solo deben usarse cuando las maestras no escuchan.

Saber que cada palabra es solo una metáfora, vamos metaforando el mundo que nos metafora con el nombre.

Pero mientras tanto el niño espera la sonrisa que debe provocar la ocurrencia. Q de culo.

¿cuántas risas les debo a los niños?

Cuantas idas a ese mundo problemático de las grandes sorpresas y las todavía más grandes decepciones, ese mundo en el que la mayoría de las canciones eran absurdas.



miércoles, 24 de octubre de 2012

Lo otro

Ayer hablamos sobre lo que creemos del mundo que hemos vivido, preguntándonos si es una miseria esa fracción de historia donde el mundo aparece dividido.

¿Qué hay más allá de la política, la familia y los dioses?

¿Qué hay más allá de la mujer que fui, de las cosas que amé?

¿Qué hay más allá de los libros que he leído y de las palabras que hasta ahora existen?

Dan ganas de dejar de pensar en los otros, en los inmediatos que tiene la existencia vendida. Si resulta que hay miles de cosas miserables ocupando los pensamientos,

¿Cómo encontrar lo otro?


Foto literaria II

El gas pimienta la acompaña desde hace más de siete años, cómo vivía en el norte del D.F. y acostumbraba andar sola por la noche, decidió comprarlo en un puesto del Centro, desde entonces ha sido su fiel compañero.

Hay quien dice que usarlo la primera vez fue lo difícil porque a partir de ahí Priscila lo usó bastante.

Lo roció sobre el hermano que la exasperó.

Lo roció sobre quién le gritó " mamacita" o alguna otra frase que ella consideró un insulto.

Lo roció sobre el marido que se creyó muy chistoso y pensando en espantar a su mujer (y a la amiga de su mujer) a mitad de la noche les gritó " esto es un asalto", Pris no dudó, siempre tenía a la mano el gas y lo descargó con furia a los ojos del falso asaltante.

No sé a quién más estará rociando en Monterrey, sólo espero que si llega el momento en donde el uso que le da esté justificado, el gas les responda tan bien como en todas aquellas ocasiones en las que el verdadero peligro ha sido ella.


lunes, 22 de octubre de 2012

Foto literaria I

Alberto y Pablo suben al camión, no es hora pico pero les toca ir parados, van rumbo al CCH Sur, si uno los mirara a lo lejos alcanzaría a notar la sonrisa en ambos, pero es Pablo el que más se ríe, también el que más habla. Dice que conoce a uno de esos güeyes "que hablan mucho, esos que son bien pinches choros", es un mecánico de su cuadra que siempre quiere demostrar  que sabe. Y Pablo dice "sí sabe pero a veces  la caga y se hace pendejo".

El primo de Pablo un día fue con él para que le arreglara su coche, antes de revisarlo, empezó a darle la catedra sobre el motor, luego de  hora y media de verbo, soltó la pregunta ¿cómo ves?, el primo respondió: pues quién sabe. La respuesta, mezcla de asombro e indignación del mecánico fue, ¡ay cabrón, estás que no crees en nadie!

Veo a Pablo con la risa imparable y contagiosa. Sonrío mustiamente y pienso, "esa frase hay que anotarla". Claro, acompañada de la foto de Pablo riendo.

Escribir

La niña, que podía ver el futuro me dijo que ella no estaba en el. Cuando el futuro era ya presente, le pregunté al verla tan contenta, por qué no me había dicho que ella sí estaba el futuro. Me contestó que se veía tan feliz siendo como ella no quería ser, que no deseaba hablar de eso. Creía que su vida sería distinta y que en nombre de alguna misión sorprendente, complicada y extraña, podría alcanzar la felicidad.

Verse reducida a una niña, simple y contenta, que no está pensando en esa gran misión, le parecía tan tristemente mediocre que no soportaba verse contenta en el futuro.

 ¿Cómo estar contenta con sólo jugar, con caminar?
 ¿Acaso no su propia pitonisa le había dicho que lograría miles de hazañas que la separarían de la cotidianidad de las otras vidas?

Ahora ella se burlaba de esos sueños, en efecto, estaba feliz.

sábado, 6 de octubre de 2012

Otra vez un instante

Habito tu cuerpo un sólo instante.
Mañana eso que tan mío hoy siento
volará a otra cama,
otros brazos te sentirán suyos,
y yo misma dejaré de ser tuya.

Soy el mañana tuyo
pensado por otras
que te han sentido suyo.
Antes que mío, de ti,
eres de ti, de mí estas manos.

De mí este soñar que tengo:
te duermes pensando en mi.
Mientras no puedo ni acceder
ni soportar tus sueños.
Porque no estoy en ellos.


Y así en la distancia de las mañanas
que vienen, soñaré que te tuve.
Soñaré que soñamos algo juntos
aunque siempre estuvimos separados.
Habito tu cuerpo un solo instante.

jueves, 4 de octubre de 2012

Otra vez ella

Se quedó atrapada en un momento de su vida, luego fue la búsqueda. Como sabía que el tiempo no iba a regresar se puso a escribir de eso, pero por alguna razón no bastaba, seguía soñando lo mismo, los personajes no envejecían a diferencia de ella. Ella se iba acercando más a ser una señora, pero en el sueño era ella la que decidió eso, era un fantasma, quería decirle que estaba locamente enamorada, y el otro ponía cara de " a mí qué", era una cosa para reír toda la tarde, de no ser porque se sabe que esas cosas duelen de tan idiotas que parecen.

Pensó en un exorcismo. "Vete, por favor vete, no quiero pensar más en ti, vete. Ya lo sé, me callé, pero desde entonces ya no callo más, te lo juro, encontré otro amor, tuve los huevos para decirle, sí también yo te quiero  y eso bastó para amarrar nuestras vidas. Perdón. No sabes, porque, ¿quién eres? nomás un sueño, que no quiero volver a soñar, eres mi pesadilla. Basta, vete.

No pude, fui cobarde o tal vez astuta, fui pobre, ya lo dije, tú fuiste mejor. ¿Estás muerto? No quiero pensar en ti a los setenta años. Así que ya está, te tocó enamorarte de una casi niña estúpida, que sueña con decirte que te amó. Pero se fue, sólo quedo yo y no es justo que me atormentes, soy otra y sin embargo esa que fui se lamenta.

Basta, por favor déjame."

Y entonces ¿él se fue?

No él no podía irse, la que tendría que mover sus piernas era ella, él ni siquiera existía.

"Ya te iré quemando corazón, a la vuelta de la vida, tu eternidad se apagará, y soñaré otra vida".


Y así poco a poco se fue quedando dormida.

Los desajustes

Tú también desajustas mis sueños, desde el insomnio que me mandó al analista, hasta la cama enorme que no quiere dejarme ir en las mañanas.

Tú también eres la piedra en el zapato, el espinozo ser que no comprendo y que sin embargo, amo.

No te soñé, mis sueños no conocían la demanda innagotable de la cercanía, la medida irracional de lo que se espera del otro.

Tú también me estás costando mucho y me sales caro, bastante caro, porque las transformaciones no bastan. Quieres más, siempre quieres más.

Que no se haga costumbre decir que te odio, pero te odio. Y te amo y solo pasa que esto te lo repito más, porque de niña nunca te dicen "odiarás todo aquello que ames". Pero es así. Que invadas con dulzura mis sueños, es poco decir. Pero ya sabes, también me has hecho daño y qué mayor daño que quitarme el sueño...