domingo, 30 de diciembre de 2012

La razón

Hace años, cuando nos estábamos organizando para hacer la huelga [UNAM 1999] un compañero decía "vamos a ganar porque nosotros tenemos la razón".

 La frase se me quedó grabada. Con esa razón que creía tener, como si la razón fuera un par de zapatos o un libro, iba actuando, discutiendo, era hermoso sentir que la poseía e incluso me hacía sentir distinta y mejor a todos los que no la tenían.

Lástima, creo que me daban lástima los que no pensaban como yo. Mi razón era  joven y grande.

Pero que va, la razón no es un par de chanclas o un libro. Es una palabra que pulula y se hace necesaria cuando la duda clava las garras y una tiene miedo de responsabilizarse de cada acto hecho a nombre de esas creencias que siempre encierran otra cosa.

Yo quería sobre todo ser yo, una que no sabe de razones pero que siente. Creer que tenía la razón, simplemente era menos complejo de entender, además me hacía sentir parte de los  otros que bajo el techo de la palabrería teníamos un pájaro en la garganta.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Una rana

La eterna pelea.

Y no es una rana más bien es un sapo. Así como intrigan las chavas de tacones que se creyeron eso de ser princesas, también intrigan los hombres que ven a un ser inferior cuando miran a su novia, esposa o amante.

Su frase favorita es: ¡Ay amor, cómo eres tontita!

 Aunque pensándolo bien quizá ven a su mamá en las otras mujeres. La madre que los parió quien sabe qué cosas les haría, así que por definición luchan a muerte contra las mujeres.

Son de esos que se perfuman para conquistar y una vez seguros empiezan a mostrar cuán asquerosos pueden llegar a ser.

Supongo que sus parejas perfectas sí son las chavas de tacones que para cautivar se hacen las tontas. Ahora, lo que no sé, es porque diablos me molestan tanto. Y entonces alguien puede decirme que veo en esos tipos a mi padre y yo podré contestar que no. Mi padre influyó en muchas cosas de las que pensaba o pienso y soy, pero nunca me hizo sentir una mujer idiota para que lo quisiera.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Foto literaria IV

Vanessa camina con la espalda encorvada. Sus cuarenta kilos de más la hacen jadear cuando va por la pendiente. Todos los días le falla algún calculo, choca con la mesa, empuja a un niño, tira alguna cosa en el supermercado.

Poco a poco se hizo de la ropa adecuada para sentirse un poco menos gorda. Intentó disimular las suaves lonjas con vestidos. Pero ahí esta esa masa adherida que la hace sentir menos ella y más la gorda que por ser gorda se piensa risueña y bonachona, aunque por las noches la dificultad de respirar la despierte agobiada.

Sus amigas gordas comen papas fritas y toman refrescos, mientras platican sobre las dietas que en una semana hacen perder 5 kilos.

Más efectivo sería cortarse una pierna.

El cuerpo. Ese reducto que cuesta tanto trabajo poseer es ofrecido en sacrificio, esta vez inflándolo.

Ahí están las gordas queriendo convencerse de la belleza interior, aun cuando su interior sean órganos nadando en grasa, precipitados hacia las enfermedades de moda.

Hay de bellezas a bellezas, es cierto. Ocupar el cuerpo y hacerlo nuestro  puede ser una tarea dulce.