domingo, 12 de enero de 2014

Inés

Jugábamos a "por dónde sale el sol", que consiste en la discusión entre dos señoras. Una de ellas tiene una larga fila de hijos agarrados fuertemente uno detrás de otro y la otra doña va sola. Mientras una dice que sale el sol por un lado, la otra la contradice y señala el lado contrario. Al calor de la necedad, la sola le dice "a qué te quito un hijo" y la otra responde "a que no" y así comienza la lucha para arrebatar al niño que está al final de la fila. Sus hermanos deben evitar que se lo lleve, porque una vez que lo arranca se convierte en aliado de la robachicos y juntos se van llevando a los demás hijos.

No sé si se den una idea, pero éste juego era de lo más divertido, aunque entre tanto jaloneo solían sufrir mucho los niños más pequeños. Como Inés.

A ella le cayó encima su "mamá". Inés era una niña delgada, morena y pequeñita. Y aquel día además de la planchadora que le aplicaron, una avispa la había picado en la mañana. Y para cerrar con broche de oro  a su verdadera mamá le picó un alacrán. La cosa fue así: cuando Inés llegó a su casa, su mamá salió a saludar a sus amigas, algo le cayó en la cabeza y se limitó a espantarlo como a una basura. Una coca cola con ajos, fue el remedio para la picadura, que en los fuereños podría ser mortal. Así acabo el día de Inés.

Cuentan que Inés se casó a los 17, tuvo hijos y se fue a Estados Unidos. Dicen y yo lo creo. Medio México está poblando la tierra que los gringos nos robaron.   

viernes, 10 de enero de 2014

Escribo

Escribo porque estoy sola. Y el vértigo es tan grande que no atino a hacer algo más. Si me quedo quieta empieza a subir, como ejército de hormigas, la desolación y la tristeza. Por eso tengo que mover los dedos, dejar que se deslicen y hablar sin hablar a nadie, a la nada. Son gritos del pasado que revivo de tanto en tanto cuando releo la historia, las fantasías, las divagaciones, los reclamos y susurros lanzados a la mar.
 Escribo para la que aun no soy, desde la que no volveré a ser jamás.