miércoles, 13 de agosto de 2014

Sin lugar

Y quizá así puedo comprender a los vagabundos. No es decepción, ni sueños rotos, es simplemente, quedarse sin lugar, no entrar al juego.

Hablo de obeceder, ganar un trabajo, dejar que la vida se nos consuma en él, despertar con el recuerdo del sueño que se repite cada noche.

A eso se le podría llamar la muerte del deseo. Y suena extraño porque parecería que si aquello se pierde nada queda.