martes, 6 de diciembre de 2016

Parte de algo

Logré recordar algo que sentía de niña: la felicidad de sentirme querida. Uno llega a la vida como por accidente, se cuela en la vida de los otros y con suerte, llega para quedarse. Entonces quizá un día por fin es aceptado, querido, apapachado. Se es  parte de algo.

Y creo que luego, la vida consiste en repetir aquello, a veces haciéndolo a lo tonto y otras lanzando una botella al mar por si alguien la recoge. 

Siempre cuesta construir los amores. Hablar de lo que importa y desnudarse del mar que todos llevamos dentro. 

También cuesta sentir como aquella persona indispensable, léase amiga, hermana o amante, incluso madre, se aleja de esa construcción que tantas palabras, risas y miedos costo.


A veces es terrible y a veces lo terrible es no lamentarlo. 


lunes, 5 de diciembre de 2016

A los selfies

Leo, leo, leo y a veces escribo.

Veo, escucho y aprendo algo.

¿Saben? Los tiempos que vivimos son peligrosos. Pero hoy se suma a ésta lista un peligro que pasa como un cocodrilo nadando suavemente a nuestro lado en aguas fangosas. O sea, difícil de ver.

Entre el bombardeo de información, con la angustia y otras cosas a cuestas, las redes sociales, los blogs e incluso los amigos, nos dicen que somos los mejores.

Entonces resulta que todos somos lo mejor de lo mejor.

Nos merecemos todo, estamos en el mundo para conquistarlo, llegamos a un lugar para ver lo que tiene que ofrecer y en general andamos por la vida sintiéndonos muy nalga. Qué va...

Es mentira.

Es mentira que todo nos pertenece y al creer esto podemos no ver que somos realmente miserables o unos hijosdeputa. No se trata de deprimir a nadie pero un poco de autocrítica no viene mal.

Quizá podemos:

Bajarle dos rayitas a nuestra pinche pose.
¡Por favor, deja de tomarte fotos!
Es absurdo e inútil, nadie más que tú (y a veces ni eso) las quiere ver.
Tú de mil formas distintas pero siempre chocante: rechinando los dientes (o ¿estabas rebuznando?)
Tú, siempre tapando el cuadro, creyendo que tu cuerpo mejora los paisajes. Bájale dos rayitas a tu necesidad de ser aceptado, visto, criticado.

En realidad, por gente cómo tú, el mundo es un lugar cada vez más feo.


viernes, 2 de diciembre de 2016

Escuchar

A veces uno pierde la capacidad de escucharse.

Pasa que vamos caminando y de pronto nos damos cuenta que esa voz interna tiene que valerse de otros medios para hacerse oír.

Así empiezan los días con un pesar, a pesar de que la mañana brille y todo parezca ir bien.

Y en el ruido de fondo, la voz sigue intentando que escuchemos. Mira, esto que te digo, puede ser una locura, nace de la intuición y de la sinrazón. Es algo tuyo. Sabes que este paso que estás dando te va a desorientar, y si continuas vas a confundirte un poco más.

Escúchame, que yo sé. Abre bien la orejas, soy eso que una mujer te dijo un día, eso que vulgarmente se conoce como la voz de tu corazón. Hazme caso. Toma este camino, ponme en altavoz.

Acá donde te llevo también te vas a perder pero distinto. Porque va a ser tu camino, el que no encontrarás en ningún lugar escrito, la historia que vas narrando conmigo, con tu voz.

Y nadie más la escucha, por eso es muy difícil que entiendan. Te hablo sólo a ti y a veces quisiera que volvieras a ser niña, porque entonces me escuchabas más, peleabas menos conmigo, incluso hablábamos. Tú me contabas los caminos por los que me llevarías, me prometiste bosques, agua, noches de amor. Borracheras de color, suspiros. Me prometiste días para pintar y cantar, me dijiste que bailarías como cuando nadie te ve.

Así que escúchame, vengo a reclamarte y la respuesta a este reclamo eres tú, otra vez escuchando. Yo sé lo que queremos, siempre lo sé. Escucha.