miércoles, 24 de agosto de 2011

La ley, el orden y las papás fritas

Son una moda?
Últimamente me parece que van en aumento y supuestamente son variadas pero si uno ve un capítulo es como si ya hubiera visto todos, tienen una estructura sólida que se repite temporada tras temporada (ahora que también están de moda las "temporadas").

Cuando las veo pienso en la cantidad de asesinatos y desapariciones que no se resuelven en esta otra realidad que ofende el mundo de fantasía que las series ofrecen.

Cuando Nezahualcoyotl el poeta, escribió de la muerte:

Aquí nadie vivirá por siempre.
Aun los príncipes a morir vinieron,
Los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.

La muerte, obviamente era otra cosa, no esta fragilidad absurda y descarnada ubicada en la frontera del mundo de fantasía de la televisión y este otro, el de uso diario, el que después de todo, ensucia y duele.

viernes, 19 de agosto de 2011

sasraf sarto y aleucse eD

Ay! la academia, hervidero de envidias, pasos caóticos que no terminan de llegar, carrera al sinsentido.

Artículos-rompecabezas que se canjean por boletos de avión y a veces hospedaje. Se nos murió la escuela, nos la fuimos comiendo a pedacitos, al no poder justificar su existencia nos hacemos los locos y seguimos en ella, mamando de la madre que tiene el pecho seco y los ojos perdidos.

La academia.

martes, 16 de agosto de 2011

Tu nombre en un granito de arroz

Pensé en una palabra que regresa a la boca y luego se queda perdida en la garganta y se combina con las palabras nuevas, va pegando sus sílabas al principio de éstas, así las distorciona y las transforma y evita que nos entendamos.

Es tu nombre, pero no completo. Porque si uso los nombres a los que no respondes invoco las historias que no quiero escuchar, ¿por qué insistes en contarme quién te llamaba así? esos cuentos guardátelos para tus nietos o para las arañas.

En fin, tu nombre...¿si te comes el granito de arroz voy a olvidar tu cara?
¿Podré pensar tus ojos o sentir tus palabras?

Guarda el granito en donde nadie vea o siémbralo, pero no olvides despegar tu nombre para desvanecerlo con los dedos.


Lo aprendido

La gente.
Hoy es uno de esos días con olor pasado pesado y negro, espeso y amargo. Es uno de esos días en los que una quisiera haber nacido de un árbol perdido, no tener punto de anclaje o por lo menos no ver, encontrar el ombligo umbilical y en acto simbólico recortarlo en pedacitos o pulverizarlo (si acaso se pudiera luego de casi treinta años).

Lo que nos hace vivir nos chinga la vida. Yo chingo, tú chingas, Nos chingamos.

Tantos años luchando para estar medianamente "bien" no aceptan esa invitación a volver al "mal". Que el mal con sus maldades y días jodidos se vayan al carajo. Las idas y venidas no son para acabar siempre en el mismo punto (aunque sucede).

Ahorita recordé a un señor en el mercado que mientras sobaba su enorme panza decía con orgullo: "me ha costado, a mí ésta nadie me la regalo". Pues claro (aunque nunca sabremos si dijo la verdá. Hay a quienes la adorada ( y recabrona) madre les sigue dando de tragar en la boca, mientras los nenes (los imbéciles nenes) las tocan por las noches).

lunes, 8 de agosto de 2011

Lo perdido

Está en las manos o adentro de tu casa,
huele a pájaros tristes o mañanas seguras.

Pero no lo ves más.
Ayer que caminabas lo dejaste temblando.

Las páginas que siguen hablaran de su ausencia
(y la tuya).
Mientras estás sola en silencio recuerdas.

Te preguntas si podrás alcanzar lo que sientes.

sábado, 6 de agosto de 2011

La guitarra

En medio del examen, para apagar las voces de otros, escuché la guitarra. Casi la había olvidado, el jueves reencontré su respiro, imagine las manos hábiles, delgadas y grandes de un hombre, llorando la guitarra con tremendo alarido de las cuerdas.
Dejé de pensar en el examen, me recordé escuchando: el sonido de la guitarra otras veces me ha atrapado.
Sólo atino a decir que es demasiado, lo que me hace sentir es demasiado.
Será que quiero convertirme en guitarra y oscurecer el día en los brazos de un hombre que nos llore.

Así es Efraín H. sufrir bonitamente.