miércoles, 26 de abril de 2017

Algo anda

Era un tiempo en el que todo me parecía confuso, desordenado y gris. Me habían empezado a salir ojeras y mi boca no tenía la frescura de antes, como si todo el día me hiciera falta un traguito de algo. 

Estaba en el parque comiendo sola y las cosas me sabían mal, me encontraba perdida y con el tiempo justo para terminar de masticar. Entonces lo vi.

Me parecía que había salido del interior de una montaña. Miraba las cosas abriendo los ojos, parecía respirar con tranquilidad. No sonreía pero su cara conservaba una ligera mueca de burla. Ahora me gusta imaginar que se reía de si mismo. 

Mientras lo veía me olvidé de mí, vi sus arrugas, su pelo alborotado y sucio. Mi lágrima no salió, quizá la mueca del anciano la avergonzó. Él me miró y sonrió antes de levantarse y seguir caminando con sus cinco perros. 

También yo me levanté, sonreí, caminé despacio. Por primera vez llegaría tarde pero ya no importaba. 

La lágrima estaba sola, como yo. 

martes, 25 de abril de 2017

Algo anda mal en uno

Algo anda mal.

Si un cretino o cretina manda hacer cosas estúpidas en nombre de un cargo que se ganó a base de hacer cosas estúpidas. Algo no está bien en la cabeza de la gente.

La loca es una por no acomodarse, por pensar, aunque suene trillado. Desde que entré a trabajar en la burocracia, siento que casi todos los días he hecho algo idiota, inútil e intrascendente comandada por alguien mimetizado con el absurdo.

En la oficina somos animales enfermos. La mayoría quiere escapar, la niña que llevamos a veces nos jala de la ropa y nos pide salir huyendo. Los adultos en los que nos hemos convertido se lo impedimos, pero intentamos consolarla diciendo que ya vendrán tiempos mejores, días de vacaciones o de quincena, apuntamos más lejos y le decimos que la jubilación sólo tardará unos veinte o treinta años, como si para una niña eso no fueran mil vidas.

Algo anda mal, si como dijo Chinaski, uno además tiene que estar agradecido y mostrar entusiasmo.

No estoy agradecida. No tengo porque estarlo. Uno intercambia su tiempo y su energía, su pensamiento, la comida en la casa, los paseos. Conforme pasa el tiempo se van sumando cosas, el sueño, la tranquilidad, disfrutar el amanecer, tomar café sin salir corriendo. Además del dinero, uno recibe enfermedades y frustración.

¿Es un intercambio justo?

¿Por qué estar agradecida?

Algo anda mal en uno mirando la vida como un mientras tanto. Mientras me muero, deberíamos decir pero nos aguantamos con la ilusión de tener algo, de que alguien nos ame por lo que pensamos y lo que creemos ser.

Tanto embarrarse para importarle a otros, para que los padres puedan estar orgullosos y uno mismo. ¿Orgullosos de qué? De saber aguantar, de poder maniatar a la niña que está desesperada y voltear a otro lado. Pegar un post it con los deberes del día siguiente:

1) clavarme un lápiz en el culo;
2) tragarme las idioteces de mi jefe y endulzarlas con splenda;
3) enviar correos para que los receptores los echen al spam;
4) elaborar el oficio para asistir a un evento que a nadie le interesa;
6) aguantarme las ganas de llorar y salir corriendo;
7) llegar a casa e intentar no despertar a las 4 de la mañana con la angustia en el cuerpo.

O bien, desatar a la niña, tomarla de la mano y dejar que sea ella quien nos guíe.