jueves, 28 de junio de 2012

El vestidor

Si buscas una señora desnuda, entra a un vestidor de alberca. Ellas disfrutan mostrar su cuerpo, como si a determinada edad se enteraran que el pudor no es para tanto.

Se pasean encueradas en los pasillos y sonríen a los niños, ajenas a la turbación que provocan en los pequeños; a veces alguna declara que siente "pena" mientras cepilla su cabello con las chichis de fuera.

La última clase vi como una de ellas, en tanga, ayudaba a otra a quitarse los callos con un líquido milagroso. En aquellos momentos vuelven a ser a niñas en plena travesura y hasta parece que más que aprender a nadar las señoras realmente a lo que van es a desnudarse unas delante de las otras.

Me da curiosidad cómo será el vestidor de hombres, no me imagino un señor en tanga quitándole los callos a otro, pero admito que sería más divertido.

Hay cierta impunidad en los cuerpos desnudos. Que los otros nos vean es además de una fantasía, una pesadilla recurrente. Pero las señoras algo, que ignoro aún, aprenden con los años, el matrimonio y los hijos. No sé si deconstruyen u olvidan; como siempre sucede algo tienen de brujas y de sabias, bajo la risa y la mirada que se burla de las otras miradas.

martes, 26 de junio de 2012

Botella de papel

Una marca en el cuerpo como un recuerdo, un límite, un aviso y una anécdota que va a sobrevivir a la madre. La botella rota, que podemos imaginar de vidrio verde o de refresco, se rompió y uno de los vidrios salió volando para clavarse en el brazo de su esposo, precisamente en el tránsito de una de las venas de aquel hombre de brazos enormes. "No ha nacido el hombre que me ponga la mano encima", y la botella le ayudó a recordárselo.

La madre del señor estaba loca de celos, para herir a sus hijitos sólo ella, pero ésta le ganó. Un triunfo modesto, casi simbólico, si uno consiguiera olvidarse de la sangre. Un triunfo a costa de una vida sirviendo, caminando hasta gastar sus piernas.

Atrapada en la botella de papel, mil veces más frágil que el vidrio pero también más engañosa. El papel puede ser cálido y hace olvidar al cuerpo que está encerrado, hasta llegar al punto de confundir el cuerpo con la botella. ¿Soy la botella de papel?, ¿soy el aviso o la anécdota de un límite o soy un más allá del padre?

Soy la palabra escrita que se queda, la que no esta hecha para leerse en voz alta o explicarse. La que desaparece cuando existe, la que nunca salió de su fronteras. Que en la botella de papel recuerda que las palabras viven y son siempre la metáfora del hambre y el hombre, que siempre que algo se nombra se habla de otra cosa. Que parece que estoy hablando de una mujer, un hombre y una abuela, pero hablo de mí, de las palabras de los dedos, del lenguaje de las manos de los recuerdos comidos en los años.

martes, 5 de junio de 2012

Pensar en ti al ver tu foto es nostalgia pero también deseo.
Mientras estás ahí al alcance de la mano, no puedo pensar en ti.
Necesito que estés lejos, necesito que no me escuches, necesito no verte.
Ver a otro lado. Pero necesito siempre tu voz, tus manos, así de paradójico es.
Que siempre regreses y no te me mueras, que todos los días pueda también yo volver a ti.
Que sepas que estás  porque estás conmigo, que entre los días y los absurdos que nos construimos, haya un lugar al que llegar.Que ese lugar seas tú, sean tus brazos. Que el cansancio de despertar un día y otro sepa a tu voz. Así que todo en realidad, siempre es deseo.

lunes, 4 de junio de 2012

Vestida de bufón

Era una maestra vestida de bufón que animaba el carnaval preparado para los abuelos, la maestra Bety espantaba a algunos niños, a varios pequeños se les olvidaron los pasos tantas veces ensayados, cuando miraban a su maestra transformada en un enano maligno.

La estancia estaba repleta de abuelos, viendo a los niñitos bailar. Una abuela no dejaba de regañar a su nieta, "traes las uñas pintadas, cuando tengas mi edad se te van a ver amarillas, feas, llenas de hongos, si no me haces caso tampoco yo te haré caso cuando me pidas algo", y más tarde "comes porquerías muy temprano y acuérdate que el huevo no se debe comer tan noche y no debes comer tantos porque te cae pesado". La nieta no parecía prestar demasiada atención.

 ¿Qué es ser adulto o ser viejo?

 Quizá una de las distinciones sea la amargura, aunque basta que recuerde algunos momentos de la infancia para saber que los niños también sienten amargura. Quizá sea la ingenuidad, pero me lo pienso dos veces cuando recuerdo los niños de Guerrero, cien veces más despiertos que yo y que cualquiera de mis compañeros.

Quizá es lo que sentimos al ver a la maestra bufón; pero tampoco, unos niños se espantaban sí, pero muchos otros eran indiferentes al espectaculo y otros incluso se reían. Entonces qué es. Los años se van acumulando y frente a eso nada podemos hacer, quizá la consciencia de saberse solo, de saber que no hay más obligación que la que uno se impone y saber que es tan fundamental vestirse de bufón como vestirse de maestro o vestirse de abuelo con supuesta experiencia. No en el fondo, sino en la superficie, son eso, sólo vestidos.

domingo, 3 de junio de 2012

Los nahuales

El barrilito nos contaba muchas historias de espantos. Por la noche, nos sentábamos alrededor de la mesa de mi abuela y acompañados de una taza de café legal, le pedíamos a Julian que nos llenara los oídos de las apariciones. Era una tortura bienvenida. El problema venía después, cuando el café se nos quería salir del cuerpo a media noche, porque el baño estaba muy lejos y en el camino te podías topar con alacranes y arañas, aunque en realidad, lo que nos daba miedo era encontrarnos con fantasmas.

A mí las historias que más me gustaban eran las de chaneques y nahuales. Los chaneques porque cuidaban los arroyos y me los imaginaba como bebés negritos encuerados que bailaban y vivían felices y así con su ternurita, sus nalguitas y todo, de repente le metían un susto marca diablo a los agricultores.

Las historias de nahuales me gustaban porque la idea de ver la transformación del cuerpo humano en otro de animal era una posibilidad de hacer cosas como volar, o desaparecer. En la carretera, de camino al pueblo, soñaba que volaba y llegaba antes que toda mi familia, pero además también era invisible, podía ir volando al lado del carro sin que nadie se diera cuenta. En las historias los nahuales eran más bien mediocres, los cachaban robando algo de la cocina y por eso les pegaban o disparaban y ellos morían convertidos en humanos. Esa parte era la que me molestaba,con poderes así, ¿por qué iba uno a andar robando quesos?

En fin, quizá eso habla de la pobreza en el campo, tan ancestral como los nahuales.

Antier soñé que me convertía en cuervo, volé persiguiendo a un lobo y todo acabo cuando me llené de miedo y el lobo por poco me come una ala. Volar. Hay cosas que uno nunca hará por más que desee. Volar de todo, verlo todo desde arriba, cambiar de cuerpo, desaparecer, abrir los ojos en el momento justo, recordar...qué ganas de creer en la fantasía, qué ganas de creer en algo.