jueves, 6 de septiembre de 2012

Nada

Escribir acá es como llegar a una casa, a mi casa. Me gusta todo lo que hay, veo lo que escribo y las palabras me llenan de sensaciones conocidas. Muchas veces consigo recordar el lugar y el momento que escribí algo. Es como si me hubiera dejado unas pistas para el recuerdo al momento de escribir. Entonces los recuerdos son, por lo menos dobles, por lo que escribo y por el momento en que lo hago.

Y luego, están ustedes, los que leen. Es de lo más raro y más hermoso. Los imagino, no saben como me gustaría ver su cara cuando leen, pero que yo fuera invisible, porque ya les dije que esto de escribir es como encuerarse. Esta soy yo, en muchos momentos no puedo decir eso, pero cuando escribo soy. Siempre ha sido así pero lo quise ignorar muchos años.

A veces me voy destilando mientras escribo y lloro o me transporto a otros lugares y con otra gente, personas que dejé en el camino, otras que me dejaron. Cosas pasadas que creo que nadie más que yo recuerda. Eso es la vida, la porción de cosas inolvidables y trivialísimas que cada día se hacen presentes. Las canciones, la ropa, las palabras. Para importar tiene que ser olvidado por todos los demás, pero a la vez tiene que dejar viva la esperanza de que el otro recuerde, una tiene que sentir que esas cosas tan fundamentales, el otro las recuerda. Dime, ¿fue en vano conocerme?

Porque todos los días llevo pedacitos de otros como en una maleta. Hace tiempo pensé que había vivido cosas increíbles, que había estado en momentos precisos de conjunción de astros. Algo de eso se ha ido, las maravillas siguen y mis ojos encontraron sosiego, ¿fue en vano conocerme? Porque no hay nada más que darte, sólo tengo mis recuerdos que sueñan con no ser olvido. Son cosas triviales pero son mi vida.







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