Escribo porque estoy sola. Y el vértigo es tan grande que no atino a
hacer algo más. Si me quedo quieta empieza a subir, como ejército de
hormigas, la desolación y la tristeza. Por eso tengo que mover los
dedos, dejar que se deslicen y hablar sin hablar a nadie, a la nada. Son
gritos del pasado que revivo de tanto en tanto cuando releo la
historia, las fantasías, las divagaciones, los reclamos y susurros
lanzados a la mar.
Escribo para la que aun no soy, desde la que no volveré a ser jamás.
Escribo para la que aun no soy, desde la que no volveré a ser jamás.
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