lunes, 13 de febrero de 2017

Este año

Los inicios de año me gustan, tanto como me gustan las mañanas y las páginas en blanco de un cuaderno.

Este año no hice propósitos, pero tengo uno bien firme en el corazón: quiero dejarme estar. Parar un poco todos los días, escucharme pero también callarme. Es decir, callar a la que no se detiene para escuchar.

La vida es estar perdida. Aceptar la derrota como mirando el atardecer, saber que a lo lejos, cada día producirá nostalgia.

La vida es estar orgullosa de haber amado tanto y tantas veces.
La vida es las mañanas de bicicleta y los llantos por la noche cuando la lejanía duele.
La vida es ver a mis sobrinos crecer y no poder estar ahí para abrazar la infancia que se escapa.
La vida es tener miedo y es buscar por las noches ese cuerpo ajeno para acariciarlo.
La vida son mis manos, a veces cansadas del teclado y el ajetreo constante en mi cabeza.
La vida es hoy pero también es todas las nostalgias: los brazos de mi madre, las manos de mi padre, el regaño de mis hermanos, mi primer beso, los latidos del corazón al verlo, el fugaz momento en el que estaba lista para morir porque lo tenía todo.

La vida es esto que duele y también enamora. Los inicios de año me gustan.




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