domingo, 4 de abril de 2010

Días coloreados


Un día encontré la libreta llena de hojas blancas ( para alguien que otorgó hace años no sólo la mentada libreta sino todo el paquete de colores que tenía, la idea del vacío apareció naturalmente). Si acaso un día me animaba a escribir todas las palabras que quería sacar taponarían la salida sin permitir que alguna de ellas se escapara.

Aparte tenía en la mano una goma, atenta y eficaz, preparada para borrar cualquier cosa que apareciera manchando la infinita blancura de las hojas.

Pero hoy los colores son otros, se consiguen casi por accidente. Lo rojo empapa las noches o el medio día; es lindo cuando ellos se combinan y los recuerdos regresan.

Entonces los días me llevan a la cocina, al suéter de lana que calentaba el deseo, a la incredulidad de la pintura y a la añoranza de las consignas.

La libreta se ha ido llenando, es verdad que hay espacios blancos pero hasta esos son la pintura de lo que no se observa.

Ahora incluso perdí la goma, no sé, tal vez me la acabe, tal vez la presté. Estoy segura que ahora sería inútil ya no quiero borrar, quiero sentir la vida.

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