miércoles, 5 de octubre de 2011

Tanto darle al blabla

Es fácil quejarse de los errores de los otros, pero cuando es uno mismo el implicado, en raras ocasiones podemos reconocer que la cagamos.

Es relativamente fácil leer un libro, artículo o alguna disertación sobre alguna injusticia y simpatizar con los ofendidos y aún vociferar y "hacer de uno la lucha".

No debe ser tan fácil, lo supongo, ser un pinche chorero que habla de la amistad o la revolución, y les da el visto bueno, mientras que aquellas cosas tan lindas de la vida no interfieran con lo suyo.

Así los malos son siempre el presidente, la gordillo, los zetas, los políticos, ( pongamos también a los microbuseros, pero así entre paréntesis, para reconocer que exagero) en fin, todos esos ojetes que chingan a escalas inocultables y que son de tal envergadura las chingaderas que hacen, que a lado de ellos TODOS nos sentimos buenitos.

¿Pero por qué no aceptar que no lo somos? No sé que cuentos chafas nos contamos.
A veces resulta que aquellas personas que se mueren de indignación por las elecciones robadas, son las primeras en apoyar un fraude si de por medio van dos tostones para ellos.

Tanto blabla para que al final, en la mediocre escala de lo cotidiano, renunciemos a dar valor a la palabra.

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