miércoles, 26 de abril de 2017

Algo anda

Era un tiempo en el que todo me parecía confuso, desordenado y gris. Me habían empezado a salir ojeras y mi boca no tenía la frescura de antes, como si todo el día me hiciera falta un traguito de algo. 

Estaba en el parque comiendo sola y las cosas me sabían mal, me encontraba perdida y con el tiempo justo para terminar de masticar. Entonces lo vi.

Me parecía que había salido del interior de una montaña. Miraba las cosas abriendo los ojos, parecía respirar con tranquilidad. No sonreía pero su cara conservaba una ligera mueca de burla. Ahora me gusta imaginar que se reía de si mismo. 

Mientras lo veía me olvidé de mí, vi sus arrugas, su pelo alborotado y sucio. Mi lágrima no salió, quizá la mueca del anciano la avergonzó. Él me miró y sonrió antes de levantarse y seguir caminando con sus cinco perros. 

También yo me levanté, sonreí, caminé despacio. Por primera vez llegaría tarde pero ya no importaba. 

La lágrima estaba sola, como yo. 

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