Y entonces cuando cada uno va tomando la palabra, nuestra voz dice: tengo la razón.
Y resulta que sí, todos la tenemos.
Por eso las razones de la vida se ríen unas de otras, y nosotros, tan malhechos, nos fascina escoger lo que más nos chinga.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario