domingo, 11 de diciembre de 2011

Eso no pasa, me persigue en sueños,
es el camino pero también la confusión.
La amargura del tiempo que no vuelve pero que
consigue presentarse para recordar la traición, que es siempre autotraición.

Imaginar que existe el día después y no ver el peligro de quedar atrapado en esos días; sentir nostalgia y recordar las tardes cuando al llegar de la secundaria platicaba con mi hermana, sólo para revivir el día tras día, sin sospechar la trampa que espera cuando la realidad es mejor que los sueños, y luego ésta sólo se puede repetir en ellos.

Volver escuchar canciones francamente rídiculas que sin embargo, traen pegado el recuerdo... y entonces vuelvo a tener catorce años y a dudar, me encuentro en esa encrucijada y decido una y mil veces el camino de la autotraición que lacera en cada repetición.

Me consuelo (no realmente) diciendo que no podía saber, pero sabía, como lo se ahora, como el presentimiento de una tarde sin padres.

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