Los niños parecen ser felices mientras ella no está, porque en cuanto llega se escucha el primer llanto en toda la mañana.
La madre llega a casa odiando todo lo que tiene que hacer, los calzones que debe limpiar y la comida que, aunque nunca cocina, se supone que debe dar a los pequeños.
Entre gritos, la madre se hace la ilusión de poner orden. Lo único que quiere es dormirlos para poder olvidarse del día que los parió.
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