martes, 27 de diciembre de 2011

Sabiduría


Hoy vi, una vez más la película El señor de los anillos y recordé que la primera vez que vi morir a Gandalf me puse a llorar.
¿Cómo no llorar una muerte así?
Es más que un abuelo ideal. Un viejo que por más frágil que se vea al final es fuerte y sabio, con una dulzura precisa; además de tiene un estilo inigualable al fumar y un bastón para darle en la madre a "malos" y pusilánimes.
Creo que lloré porque pensaba "ojalá hubiera existido alguien que me respondiera las dudas que de niña llenaban mis días y la soledad que me carcomía en el kinder, un anciano en quien confiar, saber que si todo se esta cayendo a pedazos, queda él". Pero eso sólo está en la cabeza, supongo que por eso inventamos a Dios, a veces siento lastima por la gente que cree en Él, pero a veces también los envidio.
Aunque viéndolo bien mi deseo de un Gandalf es mejor que un Dios, porque el mago abraza, y si hay algo que me gusta son los abrazos de la gente que quiero.
La imagen que tengo de felicidad total instantánea siempre está acompañada de un abrazo.

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