martes, 7 de agosto de 2012

La pregunta de hoy es si existe alguna familia "chida", es decir, que no joda tanto. Mi respuesta es que no. Cuando me escucho y escucho a otras personas quejarse de las mil tonterías que sus padres le dijeron o le hicieron, vuelvo a corroborar que aquello de tener hijos es un pretexto excelente para tomar una vida y moldearla al gusto personal, hasta que el hijo deja de serlo o se consigue a sus propios hijos para fastidiarlos.

Lo que hay detrás de ser padres da escalofrío, es algo bien personal pero atravesado, desde donde lo he podido ver,  de un poder sobre el otro, siempre sobre el más indefenso de los indefensos. A veces vuelvo a ser niña en compañía de mis nueve sobrinos. Y mirándolos miro mi niñez.

 Hoy no voy a lanzar la reglamentaria queja sobre la escuela, después abundaré en ese tema que de alguna manera me sigue apasionando, aunque a la inversa. Pero si voy a hablar de los padres como una manada de idiotas mentirosos. No todos, ya lo sé. Pero bastantes sí.

 Tener un hijo será querer imponer tu vida como un estilo acabado y cuasi perfecto de cómo se debe vivir?

 Se sentiran las ganas de ser un ejemplo, un guía, un maestro? Qué sentirán los padres de tener una vida en sus manos?

 No sé, pero he visto que el poder que da ser padre es monstruoso, veo a los niños en manos de aquellos que se dicen adultos, y me parece la venganza perfecta estúpidamente dirigida.

 Porque soy niña y vuelo, porque no te creo y sé que lo mejor que hacen los mayores es mentir. Para ser como tú no he nacido, puedo escuchar, y escuchando puedo encontrar otros cuentos. Los míos. Con mis palabras puedo pintar nombres que tú no imaginaste, es mi voz la que se oye. Eres padre pero no palabra. La voz también es mía, esa es mi sangre, dolor que nació cantando, contando que la vida es otra. Que tu eres un hombre y como en un ensalmo, solo hombre eres.

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