martes, 16 de agosto de 2011

Lo aprendido

La gente.
Hoy es uno de esos días con olor pasado pesado y negro, espeso y amargo. Es uno de esos días en los que una quisiera haber nacido de un árbol perdido, no tener punto de anclaje o por lo menos no ver, encontrar el ombligo umbilical y en acto simbólico recortarlo en pedacitos o pulverizarlo (si acaso se pudiera luego de casi treinta años).

Lo que nos hace vivir nos chinga la vida. Yo chingo, tú chingas, Nos chingamos.

Tantos años luchando para estar medianamente "bien" no aceptan esa invitación a volver al "mal". Que el mal con sus maldades y días jodidos se vayan al carajo. Las idas y venidas no son para acabar siempre en el mismo punto (aunque sucede).

Ahorita recordé a un señor en el mercado que mientras sobaba su enorme panza decía con orgullo: "me ha costado, a mí ésta nadie me la regalo". Pues claro (aunque nunca sabremos si dijo la verdá. Hay a quienes la adorada ( y recabrona) madre les sigue dando de tragar en la boca, mientras los nenes (los imbéciles nenes) las tocan por las noches).

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