sábado, 6 de agosto de 2011

La guitarra

En medio del examen, para apagar las voces de otros, escuché la guitarra. Casi la había olvidado, el jueves reencontré su respiro, imagine las manos hábiles, delgadas y grandes de un hombre, llorando la guitarra con tremendo alarido de las cuerdas.
Dejé de pensar en el examen, me recordé escuchando: el sonido de la guitarra otras veces me ha atrapado.
Sólo atino a decir que es demasiado, lo que me hace sentir es demasiado.
Será que quiero convertirme en guitarra y oscurecer el día en los brazos de un hombre que nos llore.

Así es Efraín H. sufrir bonitamente.

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