lunes, 4 de junio de 2012

Vestida de bufón

Era una maestra vestida de bufón que animaba el carnaval preparado para los abuelos, la maestra Bety espantaba a algunos niños, a varios pequeños se les olvidaron los pasos tantas veces ensayados, cuando miraban a su maestra transformada en un enano maligno.

La estancia estaba repleta de abuelos, viendo a los niñitos bailar. Una abuela no dejaba de regañar a su nieta, "traes las uñas pintadas, cuando tengas mi edad se te van a ver amarillas, feas, llenas de hongos, si no me haces caso tampoco yo te haré caso cuando me pidas algo", y más tarde "comes porquerías muy temprano y acuérdate que el huevo no se debe comer tan noche y no debes comer tantos porque te cae pesado". La nieta no parecía prestar demasiada atención.

 ¿Qué es ser adulto o ser viejo?

 Quizá una de las distinciones sea la amargura, aunque basta que recuerde algunos momentos de la infancia para saber que los niños también sienten amargura. Quizá sea la ingenuidad, pero me lo pienso dos veces cuando recuerdo los niños de Guerrero, cien veces más despiertos que yo y que cualquiera de mis compañeros.

Quizá es lo que sentimos al ver a la maestra bufón; pero tampoco, unos niños se espantaban sí, pero muchos otros eran indiferentes al espectaculo y otros incluso se reían. Entonces qué es. Los años se van acumulando y frente a eso nada podemos hacer, quizá la consciencia de saberse solo, de saber que no hay más obligación que la que uno se impone y saber que es tan fundamental vestirse de bufón como vestirse de maestro o vestirse de abuelo con supuesta experiencia. No en el fondo, sino en la superficie, son eso, sólo vestidos.

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