jueves, 28 de junio de 2012

El vestidor

Si buscas una señora desnuda, entra a un vestidor de alberca. Ellas disfrutan mostrar su cuerpo, como si a determinada edad se enteraran que el pudor no es para tanto.

Se pasean encueradas en los pasillos y sonríen a los niños, ajenas a la turbación que provocan en los pequeños; a veces alguna declara que siente "pena" mientras cepilla su cabello con las chichis de fuera.

La última clase vi como una de ellas, en tanga, ayudaba a otra a quitarse los callos con un líquido milagroso. En aquellos momentos vuelven a ser a niñas en plena travesura y hasta parece que más que aprender a nadar las señoras realmente a lo que van es a desnudarse unas delante de las otras.

Me da curiosidad cómo será el vestidor de hombres, no me imagino un señor en tanga quitándole los callos a otro, pero admito que sería más divertido.

Hay cierta impunidad en los cuerpos desnudos. Que los otros nos vean es además de una fantasía, una pesadilla recurrente. Pero las señoras algo, que ignoro aún, aprenden con los años, el matrimonio y los hijos. No sé si deconstruyen u olvidan; como siempre sucede algo tienen de brujas y de sabias, bajo la risa y la mirada que se burla de las otras miradas.

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