sábado, 21 de julio de 2012

Nado


En la clase no está la maestra y yo nado intentando recordar como deben moverse los brazos. Choqué con la gordita, ambas nos disculpamos, cuando una esta medio desnuda debe tener cuidado cuando roza el cuerpo de alguien más.

Y sin embargo, allá está la maestra, dando vueltas, mirando. Lo que no hay es una alumna. Los papeles aprendidos a los cinco años dejaron de funcionar.

¿Quién da autorización para vivir?

Los padres son esos dos sujetos a los que les naciste y en vano soñaste en canonizar, pero tú eres otra, que durante años se creyó parte de algo, con una misión en este mundo, alguien especial a quien de continuo le ocurrían cosas inauditas. En lo real eres esa carne que siente y se desplaza.

Así que la que soy flotó durante una hora y volvió a encontrar lo simple, me hizo feliz bañarme y luego comer, me hizo feliz saborear el postre. Comienzo a flotar afuera de la alberca.

No tengo una misión, mis padres y maestros ya no pesan, reencontré ese instante liviano del juego bien jugado, pude reírme sinceramente de los plazos. Es la muerte el único plazo.

¿Quién da autorización para vivir?

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