Hoy tengo los pies cansados. En la mañana no quería levantarme y entonces Sergio me puso una foto en la cabeza: aparecía caminando en el cerro que hace años no pisaba, iba con él, mis amigos y mi perro. Me gustó y decidí dejar la cama.
Horas más tarde estaría viviendo la foto. Recordando las otras veces. Ir a la montaña no siempre tenía el sabor del sacrificio bueno, ese que sólo deja los músculos adoloridos, a veces fue el dolor de lo que vemos alejarse.
Pero hoy las cosas fueron dulces como esta temporada de mandarinas, anduve encontrando y fui feliz. Con la modestia de la felicidad que se encuentra después de subir una montaña.
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