miércoles, 10 de julio de 2013

Foto literaria IV



La gente caminaba como doblada por dentro. Los diferentes destinos los transportaban a un lugar en común. La soledad. 

Ella iba a una entrevista de trabajo, acalorada y sin pretensiones. Se imaginó sentada en la oficina contestando el teléfono, vendiendo productos que jamás había probado. Despertar a las 5:00, bañarse, comer las sobras del día anterior y viajar durante dos horas. Todo el paquete incluido por $4000 mensuales. 

Al tomar el microbús miró sus manos ya un poco arrugadas y con leves manchas cafés. Los zapatos gastados, el calor, la acongoja previa al momento de vender su alma. 

Llegó al lugar y cuando entró, una mujer le pidió que esperara y se fue a otro cuarto. La oficina tenía las paredes sucias y las sillas gastadas. Llegó la mujer y con una mueca que insinuaba bochorno le dijo que el trabajo había sido ocupado. 

Afuera de la oficina Irene sonrió, la suerte volvía a favorecerla. Compró el periódico y de camino a su casa empezó a encerrar en ovalitos rojos las vacantes.  

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