miércoles, 18 de noviembre de 2015

Lalo




Ir con Lalo me hace bien.

Siempre salgo con una sonrisa y un deseo que no me atrevo a decir en voz alta: que esto no acabe. Por qué sé que va a terminar como pasó con la danza y el náhuatl. Pero todavía no. 

Él es de los mejores maestros que he tenido, me enseña un lenguaje nuevo con las manos y todas las clases son como participar en un concierto. Veo de cerquita al cantante que se deja ser en el escenario.

Si hubiera conocido a Lalo antes que al matemático, sin duda me hubiera dedicado a la música.

Yo quiero ser como él, no de grande, que ya estoy lo suficiente. Quiero ser como él en este momento.

 Quiero vivir en un estado de pachequez aunque no fume nada, tocando con el corazón y enseñando. Sin ponerle tanta crema a los tacos, serena, segura, en fin, sabia.

Cuando termino el día con la clase de Lalo, todo se compone, vuelve a tomar su causa y se agradece estar viva.

Gracias Lalo. En este tiempo tus canciones me salvan de mí, del mundo.

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