lunes, 9 de noviembre de 2015

Mi fracaso

Hoy me puse a buscar unas hojas en blanco para escribir la historia de un fracaso.

Pero después pensé que ya que existe este blog, que ha estado medio dormido, más vale poner aquí lo que se debe.

Pues bien, solo es eso: he fracasado en la vida de oficina.
Y es una vida tan pobretona y mediocre que estoy agradecida.

Sin embargo, guardo como notas mentales unas cuantas enseñanzas de estos tiempos para que próximamente cuando la oficina haya dejado de ser mi vida cotidiana, no se me olvide por qué me voy, ni las cosas que viví.

También escribo porque sé que no soy la única que está atrapada, en un lugar y un momento en el que ella misma se puso y que cuesta tanto dejar. Quizá a alguien más le resuene en la cabeza esto y más allá de compartir la queja se mire y sepa que siempre, siempre es posible cambiar de jugada. Porque en definitiva este es un juego y tomar el papel de Godínez no es la mejor carta para jugar. Me lo gritan los 20 días de vacaciones que tengo al año, me lo gritan los ríos que no conozco, los amigos que no he visto y los libros que tengo que escribir.

Va un decálogo de las cosas miserables que he aprendido:

1.- En estas tierras - o mejor dicho, en estas alfombras - es tristísimo decirlo, no hay amigos. Hay personas a las que vas a tolerar y viceversa, pero abundan las que van a fingir que te toleran aunque en el fondo les resultes odioso.

2.- Todo lo que sale de tu boca se pondrá a circular tarde o temprano. Todo.

4.- Todo lo que hagas fuera de la norma será motivo de envidias y chismes.

5.- Por lo menos en los puestos de la función pública, tu conocimiento o capacidad NUNCA será lo que determine tu crecimiento. Ante todo debes ser un perrito fiel, esos que con maltratos o no, mueven la cola cuando se les llama. Si tú no eres así, olvídalo, será excepcional que algo camine.

6.-  La compañía cuesta. Si no sabes estar solo tendrás que pagar con lo más valioso que tienes: tu tiempo.

7.- Toda la "gente buena" que conocí, se convirtió en el trabajador promedio al año de estar en la oficina. Es decir, sus mayores preocupaciones se volcaron al dinero, los chismes de la oficina, la competencia desleal hacia los compañeros y cosas así.

8.- Pese a ganar lo suficiente para "comer bien" comerás peor que cuando no tenías trabajo.

9.- Deberás prepararte mentalmente para estar decenas de horas en un lugar que no te gusta, con gente que no elegiste, haciendo un trabajo inútil.
 
10.- Vas a rumiar. Es difícil no rumiar, porque después de todo, un fracaso es un fracaso y cuesta despegarse de éste vaivén, del pago seguro a final de la quincena.

Estar a la espera de que algo cambie no es suficiente pero si sabes que aquello no se mueve, quien debe moverse eres tú misma.

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