miércoles, 18 de mayo de 2011

8 de mayo

Era un elote.

Pero después de estar toda la tarde leyendo los expedientes ya no distinguíamos nada.
Para mí todos en el camión querían matarme. Tuve miedo.
Pensé en los días que he caminado sola después de media noche, creo que juré (en vano) no volver a hacerlo.
Pensé en ellas, en el horror de morir aquello, de morir así.
También pensaba en ell@s. ¿Qué vivieron para poder hacer eso?

No imaginaba lo de ahora, todo eso multiplicado.
En la radio escuche a la madre que no encuentra a su hijo, ella recordó a esas otras madres, las de Juárez
y bien dijo que nos advirtieron.

Nosotras salíamos de la casa en Coyoacán. Todo era distinto.
La vimos caminar hacia nosotras, nos pusimos alerta, queríamos correr o por lo menos gritar,
no sé cómo nos contuvimos, a ella la tapaba un matorral, nosotras queríamos distinguir si lo que llevaba era una pistola o un cuchillo.
Era un elote. Y ella una señora ajena a los horrores que Clau y yo leímos esa tarde.

Nunca pude leer más expedientes. No puedo. No hace falta.
Pero cada día, al leer las noticias, tengo que apaciguar el miedo y el dolor.
Duele mi país, sus muertas y sus muertos.

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