domingo, 8 de mayo de 2011

Tres


Un instante que sobreviva al aire, respire vida, caiga, resbale y que rebote para que no se rompa.
Un ratito para llenar las nubes, las palabras, los días, resucitar las piedras y continuar creyendo.
Una mirada para que me acompañe, un beso que no se guarde, no se congele.
Un cachito de voz para guardarlo en la oreja.
La voz que hable del agua, de tierra, de raíz y banderas, que revele a los enfermos que el mal del siglo es la soledad.
De repente saberte cortado en pedacitos y esperar el momento para intentar unirte, a tí mismo, a la gente.

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